El MMS: O de cómo pegarle un poquito a la lejía no cura el autismo
Os presento a Jim Humble, el fundador de la iglesia Génesis II. Jim es un dios milenario de la galaxia Andrómeda y quiere darte un consejo: Bebe lejía, que te curará todos los males. Parece imposible que alguien pueda hacerle caso, pero lo cierto es que no son una ni dos las personas que han caído en las garras de Jim y su Solución Mineral Milagrosa. ¿Que cuál es el truco para vender esta locura? Es sencillo: ocultar las majaderías con testimonios inventados y palabras complejas.
Ya no se habla casi de Solución Mineral Milagrosa, se habla de MMS, que suena más científico. Si se nombra a Jim es para contar cómo salvo de la malaria a sus compañeros de expedición. En plena Guyana les dio unas gotas del líquido que usaban para potabilizar el agua. Si esa cosa podía desinfectar el agua y somos mayormente agua… ¿por qué no iba a eliminar también al infecto parásito? Dicho así puede parecer razonable, pero se puede camuflar más.
No es el mesías
Todo depende de cómo te vendan el cuento, y en este caso, sus embajadores son fantásticos oradores. Quien controla el sector es Andreas Kalcker. Andreas parece un hombre serio y le suelen presentar como científico, no en vano tiene dos doctorados. Eso sí, dos doctorados en pseudociencias, obtenidos de una “universidad” que hace negocio vendiendo diplomas.
En cualquier caso, Andreas es una persona perfectamente formada para encabezar la lucha por la popularización del MMS. Porque quién necesita a un profesional sanitario cuando tiene a un licenciado en economía. Bueno, ahora que conocemos el currículo de Andreas, ¿cómo defienden el uso de un blanqueante industrial para tratar “enfermedades” como el autismo?
Lejía mal que les pese
Lo primero que dirán es que no es lejía. El MMS está compuesto por clorito sódico y la lejía de tu casa de hipoclorito de sodio. Lo que Andreas parece no saber es lo que significa realmente “lejía”. Las lejías son sustancias altamente oxidantes, una propiedad que para los fanáticos del MMS es la clave de su eficacia. Para ser más exactos, el MMS viene en dos botes. Uno con el clorito de sódico muy diluido y otro con ácido cítrico. La idea es mezclar ambos haciendo que reaccionen, produciendo así dióxido de cloro.
Según Andreas y sus seguidores, el dióxido de cloro es completamente inocuo, solo ataca a las células malas, que suelen ser ácidas en contraste a la naturaleza básica del MMS. La realidad es bien distinta. Ni las células malas son ácidas, ni ataca solo a estas, ni es inocuo. De hecho, el MMS es una sustancia cuya dosis tóxica es conocida y la recomendada por Andreas es 200 más alta (dependiendo de su vía de administración). Sus síntomas van desde náuseas y diarreas hasta insuficiencias renales o incluso la muerte. Decir que el MMS es inocuo es, en el mejor de los casos, ignorancia.
Por otro lado, su eficacia como tratamiento ha sido desmentida por infinidad de estudios. En otras palabras: no es cierto que cure ni el sida, ni el ébola, ni el cáncer, ni la malaria ni nada de nada. Los vendedores de MMS agitan con frecuencia estudios que son inventados, malas interpretaciones o sencillamente investigaciones fraudulentas. Estudios hechos con instituciones que, en no pocos casos, juran no tener nada que ver con esta gente.
Esta es la verdad sobre la fiebre del MMS, una verdad cruda y directa: no funciona, es tóxico y sus paladines no saben de lo que están hablando.
REFERENCIAS:
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